Las calles de la ciudad de Nueva York están llenas de repartidores de alimentos basados en aplicaciones, trabajando incansablemente para entregar rápidamente los pedidos a los clientes. Sin embargo, debajo de su trabajo dedicado se encuentra un peligro ocupacional silencioso: el robo de bicicletas. Illiace Zabsonre, un repartidor de 31 años, ha experimentado personalmente los efectos devastadores de este problema.
Zabsonre, al igual que muchos otros repartidores, tuvo su bicicleta eléctrica robada mientras estaba en el trabajo. Había estacionado su bicicleta frente a un edificio en la calle 59, la había bloqueado y cuando regresó, descubrió que había desaparecido. A pesar de tomar precauciones al asegurar la bicicleta con un candado, el ladrón logró llevársela y desaparecer.
Este problema es más común de lo que uno podría pensar. En una encuesta realizada en 2021, se descubrió que el 54 por ciento de los participantes, que eran repartidores, informaron haber sufrido robos de bicicletas. Además, aproximadamente el 30 por ciento dijo haber sufrido agresiones físicas durante estos incidentes. Estas estadísticas resaltan los riesgos a los que se enfrentan los repartidores mientras intentan ganarse la vida.
Las bicicletas robadas tienen un impacto financiero significativo en estos trabajadores. Las bicicletas eléctricas pueden costar más de $1,600, y perder una herramienta esencial de su oficio es un revés del cual muchos no pueden recuperarse fácilmente. Por ejemplo, Zabsonre tuvo que suspender el envío de fondos para apoyar a su familia en Burkina Faso, incluido su padre enfermo que requiere atención médica continua.
Los repartidores, como Zabsonre, operan dentro de la economía gig, trabajando para empresas como Uber, DoorDash y Grubhub. Desafortunadamente, estas empresas no proporcionan cobertura de seguro ni asistencia para el mantenimiento o reemplazo de bicicletas en caso de robo. Como contratistas independientes, estos trabajadores también reciben un salario ligeramente inferior al salario mínimo, lo que los deja en una situación financiera vulnerable.
Reconociendo los desafíos que enfrentan los repartidores, la ciudad de Nueva York aprobó una nueva ley de salario mínimo que requiere que las empresas basadas en aplicaciones paguen una tarifa mínima por hora, aumentando con el tiempo. Sin embargo, hay batallas legales en curso entre las empresas basadas en aplicaciones y el gobierno de la ciudad con respecto a la implementación de esta ley.
El problema del robo de bicicletas entre los repartidores de alimentos es un problema complejo que requiere la atención de todas las partes involucradas: los repartidores, las empresas basadas en aplicaciones y los funcionarios de la ciudad. Se deben explorar soluciones como mejoras en las medidas de seguridad, el apoyo financiero y salarios justos para garantizar el bienestar y los medios de vida de estos trabajadores que desempeñan un papel crucial en el ecosistema de entrega de alimentos de la ciudad.